Tecnología

Cómo sobrevivir al acoso comercial de una compañía telefónica

Víctor L. Abajo/Madrid.- Me ha ‘tocado’ sufrir en primera persona el acoso telefónico de dos empresas de telefonía, que, perteneciendo al mismo grupo (XFERA Móviles), Masmovil y Yoigo, han llamado durante meses y meses varias veces por semana a mi línea fija particular (al teléfono de casa) con la intención de que portáramos nuestro contrato. Aunque les pedíamos por activa y por pasiva que no nos llamaran más, tanto en esas llamadas como vía twitter, las llamadas se repetían, siempre desde números distintos (hubiera sido imposible un hipotético bloqueo) y aunque  tenían una hora ‘favorita’ -la sobremesa- podían llamar a primera hora de la mañana, por las noches o incluso los sábados. En este artículo intentamos echaros una mano por si estáis en una situación parecida o informaros, porque no estáis a salvo de que algún día ‘os toque’.

Partimos de la base de que algunas compañías, o mejor dicho, algunas subcontratas, utilizan de forma ilícita bases de datos de otras compañías ya que en ocasiones el agente de Masmovil o Yoigo que llamaba para hacernos la oferta correspondiente ya sabía de antemano que teníamos un contrato con Vodafone. “Le llamo para ofrecerle un paquete con el que va a pagar menos de lo que está pagando usted ahora con Vodafone…”

Visto que de primeras no funcionó el “Muchas gracias, no estoy interesado”, de segundas no funcionó el “Gracias, no estoy interesado y ya nos llamasteis la semana pasada…” ni el “Gracias, pero nos estáis llamando todas las semanas, por favor no nos llaméis más…”, recurrí a informarme en Google de algo de lo que había oído hablar pero no conocía a fondo: la Lista Robinson. En ella puede inscribirse gratuitamente cualquier ciudadano español que no desee que las empresas contacten con él con fines publicitarios, y puede registrar en ella los números tanto de línea fija como de línea móvil que desee, suyos o tanto suyos como de los familiares cercanos. En teoría, las empresas disponen de un período de 3 meses para tener constancia de las nuevas incorporaciones a la lista y si después de ese período siguen atosigándote y les denuncias, multazo que les meten.

La inscripción estaba hecha pero no habían pasado los mencionados 3 meses para interponer la denuncia. Al menos con la inscripción en la Lista, en cada llamada recibida (casi todas con el mismo prefijo) lo que cambiábamos era el discurso. “Miren, nos llaman siempre y estamos apuntados a la lista Robinson así que pasen nota y no nos llamen más, por favor”.

Al mencionar la Lista Robinson, al menos, ya no teníamos que aguantar la bronca del comercial de turno diciéndonos… “¡Pero me está diciendo entonces que quiere pagar más, no le interesa pagar menos!”. Ahora, cuando mencionábamos nuestro registro en la Lista Robinson decían un “lo siento, adiós buenos días”. Eso, la mayoría de las veces. En otras ocasiones, directamente colgaban.

El caso es que las llamadas continuaban. Siguiente paso: Las redes sociales, que en otras situaciones había resultado ‘mano de santo’. Dejar en entredicho la reputación de una compañía en público es algo que a nadie gusta y por tanto las empresas intentan cuidarte y te remiten a conversaciones privadas. Tanto con Yoigo como con Masmovil -sobre todo con esta última, principales acosadores- la intención del community manager de ‘dar traslado’ de la queja y del número fijo parecía que podía solucionar el problema. Pero no fue así. Ni con un mensaje, ni con dos ni con tres, ni con cuatro…Y ya pasaron los tres meses de la inscripción en la Lista Robinson. Y ya la paciencia…

Me planteé dar de baja la línea fija, ya que  al tener horarios poco habituales -trabajar en ocasiones de madrugada con el ordenador y dormir de día- las llamadas, que ya eran en un 90% de comerciales de Másmóvil y cambiaban el número pero siempre empezaban con el prefijo ‘96’, se convertían en mi despertador.

Pero como sí que le sacamos partido a la línea fija, hubo que asesorarse para informarse de vías ‘legales’ con las que frenar el acoso, por lo que contacté con la Agencia Española de Protección de Datos. Allí me informaron de la existencia de la Lista Robinson (“Ya estoy apuntado pero me siguen llamando”, les comenté) y me dijeron que podía, o bien escribir a la Delegada de protección de datos del grupo de comunicación correspondiente (en su web podéis encontrar a los delegados de cada grupo o ellos os pueden informar) o interponer una denuncia. Yo no ganaba nada (si un particular quiere ‘cobrar’ daños y perjuicios tiene que ir por otras vías, no por la AEPD), pero a la empresa le cae un ‘multón’ que posiblemente le hace tomar medidas y solucionar el problema.

Opté por la primera opción, la del email, con la esperanza de que el envío de un correo electrónico a la delegada de protección de datos del grupo MasMovil solicitando una ‘Interposición de derecho de oposición a MasMovil’ me evitara la pérdida de tiempo de tener que reunir documentación, acudir físicamente a interponer una denuncia y estar pendiente de ella. ¿Os ha respondido a vosotros? A mí tampoco, pero oye, lo mismo otro delegado o delegada sí lo soluciona, por lo que por probar suerte no perdéis nada si estáis en la misma situación.

El caso es que a mí ni me contestó ni las llamadas pararon (los de Yoigo sí que llevaban un mes sin dar señales de vida, quizás con Yoigo la Lista Robinson sí había hecho efecto).

Y en la era de la tecnología y beneficiándose la Agencia Española de Protección de Datos, si no tienes certificados electrónicos y eres un ciudadano normal, ¿cómo puedes plantear una denuncia con la que la AEPD se puede llevar miles de euros? ¿Por internet? ¿Te mandan un mensajero a por la documentación? ¡Demasiado fácil, hombre! Como te han torturado poco los de la telefonía, debes imprimir los justificantes de la Lista Robinson, las conversaciones de twitter, el envío  del email a la delegada de protección de datos y acudir a la oficina pertinente -en mi caso a una junta del distrito- a validar por ventanilla la denuncia.

Para darle un poco más de emoción, un par de semanas después me llega un email… “Notificación de la AEPD…” “¡Coño! Vamos a ver…” Demasiado fácil amigos… “Si esto no se abre…” Me pongo a leer  y es que necesito un certificado electrónico de no sé qué… Llamo por teléfono. “Oiga, que quiero sacarme el certificado electrónico para abrir una notificación por internet…”. Pues nada, que había que acudir físicamente a no sé dónde para sacarse el certificado electrónico. Joder, si yo lo que quiero es leer una cosa en internet para no tener que ir a una oficina, no me hagas ir a una oficina para sacarme un código que me permite leer algo por internet.

Después de varias llamadas, en el teléfono de la Comunidad de Madrid me comunicaron que si solicitas al organismo que emite la notificación que te la envíe por correo postal así lo hace. La solicité, aunque la primera persona con la que contacté de la AEPD parecía molesta por tener que enviármela (le faltaba decirme…”joooodeeeerr, ahoraaa a mandaaar una cartitaaa…”).

La carta no llegaba (al menos ya no me llamaban los de MasMovil). Llamé a la AEPD a los diez días. Que no me pueden decir nada por teléfono. Que debe llegar en unos días. Y no llega. Una semana después, me dan una referencia para que vaya a una oficina de correos y pregunte por la entrega y en Correos me dicen: “Es que forma parte de una saca que tienen ellos bloqueada para entregar en masa. Está pendiente de reparto”. Sin comentarios.

Días después, llegó la carta. “En relación con la documentación que ha sido remitida a esta Agencia referida a XFERA MOVILES S.A. le confirmo su recepción, informándole de que, de acuerdo con el mecanismo previo a la admisión a trámite de las reclamaciones que se formulen ante la Agencia Española de Protección de Datos, previsto en el artículo 65.4 de la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, que consiste en dar traslado de las mismas a los Delegados de Protección de Datos designados por los responsables o encargados del tratamiento, o a éstos cuando no los hubieren designado, y con la finalidad señalada en el referido artículo, se ha dado traslado de su reclamación a XFERA MÓVILES S.A. para que proceda a su análisis y a darle respuesta en el plazo de un mes”.

XFERA MÓVILES, que tenía mi número de teléfono, mi email y mi twitter, nunca contactó conmigo, nunca recibí una disculpa y nunca me respondió a aquel email.

Dos meses después, me comunicaron por e-mail que ya había resolución, así que ya he iniciado la ‘operación pino-puente II’ por si suena la flauta y me envían la cartita. Es decir, saber por pura curiosidad si hubo archivo de las actuaciones o sanción. Pero el caso es que al menos, al haber trasladado la AEPD la correspondiente amenaza, las llamadas han cesado desde hace varios meses.

La mediación de Autocontrol habría sido la penúltima opción antes de acudir a la una denuncia ordinaria. Comentando el caso con un amigo a posteriori me puso sobre la mesa otra alternativa. “Pues cuando a mí me llaman digo que el titular ha fallecido, que soy su hermano, que por favor me dejen tranquilo y que próximamente voy a dar el servicio de baja. Y me funciona”. Por si acaso, ahí lo dejo también.

Desde luego, si da resultado a la primera, es más sencillo que pedirles que no te llamen más, quejarte por twitter, inscribirte en la lista Robinson, escribir a la AEPD, poner la denuncia en una oficina física, sacarte un certificado electrónico para conocer el estado de ésta o mandar un email para que te lo envíen por correo y a continuación llamarles porque no te ha llegado, te remitan a Correos y en Correos te digan que la saca está bloqueada…Vamos, que al final consiguen que sea verdad lo de que te mueres sin tener que mentirles.

En fin, pongamos un poco de humor al asunto. Se sobrelleva mejor. Ánimo en vuestra batalla si os están acosando. Y si todavía no os ha tocado, ya sabéis que podéis anticiparos con la mencionada inscripción.

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Un comentario

  1. Muy bueno el artículo y seguro que auténtico. Es lamentable la cantidad de leyes y burocracia que tenemos en España y que no nos sirven para nada más que para mantener a personas que deberían ayudarnos en vez de dificultarnos las cosas.

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