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El ADN de Beethoven apunta a una enfermedad de hígado como causa de su muerte

Ludwig van Beethoven murió el 26 de marzo de 1827. ¿De qué? No se sabe. Hoy los científicos apuntan a que Beethoven murió de una cirrosis provocada por una hepatitis y agravada por el consumo de alcohol. Veinticinco años antes de su muerte, en 1802, el compositor alemán pidió a su médico, J.A. Schmidt, que, tras su fallecimiento, explicara al mundo entero tanto su pérdida de audición como sus problemas gastrointestinales. Todo, claro, “en la medida de lo posible” y para que “el mundo se reconciliara” con él.

Desde que murió se ha especulado con las causas de su muerte. Ahora, gracias al análisis del ADN atrapado en cinco mechones de su pelo se ha estimado que quizá, sólo quizá, problemas de hígado fueron le provocaron la muerte.

Su médico no pudo concretarlo en su momento: murió antes que el compositor. Hoy un equipo de científicos ha analizado el ADN y si bien no ha resuelto el origen de su sordera ni tampoco de sus problemas de estómago, sí ha llegado a la conclusión de que el músico de Bonn tenía una clara marca genética que lo predisponían a padecer enfermedades hepáticas.

Los documentos de Beethoven

Esta ha sido una investigación en la que han participado seis instituciones -la Universidad de Cambridge (Reino Unido), el Beethoven Center San Jose y la American Beethoven Society de California (Estados Unidos), La Universidad KU Leuven (Bélgica), la Universidad de Bonn, la Beethoven-Haus de Bonn, y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania)- y cuyos resultados se han publicado en Current Biology.

Según este estudio, “el 27 de marzo de 1827, el día después de la muerte de Beethoven, dos de sus asociados descubrieron varios documentos almacenados en un compartimento oculto en su escritorio, incluido un documento inusual escrito en 1802 y dirigido a sus hermanos. Este documento se conoce como el Testamento de Heiligenstadt“.

En el verano de 1821, Beethoven comenzó a mostrar síntomas de enfermedad hepática

“En él”, escriben los científicos, “Beethoven confesaba que había estado ‘irremediablemente afectado’ por una pérdida auditiva progresiva. Afirmando que sólo la virtud y su arte le impidieron suicidarse, explicó que no podía dejar el mundo ‘antes de haber producido todas las obras que sentí la urgencia de componer’. Beethoven luego solicitó a su médico favorito, el doctor. Johann Adam Schmidt (1759–1809), que después de su muerte, describiera su enfermedad y la hiciera pública“.

Ahora, Johannes Krause, del Instituto Max Planck, y el resto de investigadores explican: “En el verano de 1821, Beethoven comenzó a mostrar síntomas de enfermedad hepática cuando sufrió el primero de al menos dos ataques de ictericia. Ataques que culminaron con su muerte, muy probablemente debido a una cirrosis, el 26 de marzo de 1827″.

El alcohol

La publicación de Current Biology añade que hay “evidencias del consumo regular de cantidades moderadas a grandes de alcohol”, lo que llevó a no pocos biógrafos del compositor a determinar que “Beethoven era dependiente del alcohol, un factor de riesgo conocido para la cirrosis hepática. Si bien”, añade la investigación, “varios de los contemporáneos de Beethoven insistieron en que Beethoven generalmente consumía alcohol con moderación”.

Mechón de pelo de Beethoven conservado en el Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies.
Mechón de pelo de Beethoven conservado en el Ira F. Brilliant Center for Beethoven Studies.

Poco antes de la muerte de Beethoven, un amigo declaró que el músico consumía un litro de vino al día. Es cierto, según sugiere este nuevo análisis, “el historial médico de la familia inmediata de Beethoven, se han observado antecedentes familiares de dependencia del alcohol y enfermedad hepática”.

Los investigadores no ha encontrado una respuesta precisa a los problemas de salud de Beethoven -la sordera y las dolencias estomacales- pero sí ha determinado ha descubierto “factores genéticos de enfermedad hepática y pruebas de que había sufrido una infección por el virus de la hepatitis B en los meses previos a su muerte, problemas que se vieron agravados por alcohol y el riesgo genético del compositor”.

“Podemos deducir”, explica Tristan Begg, autor principal del estudio e investigador en Cambridge citado por Efe que apela a los propios documentos dejados por Beethoven, que el compositor alemán “que su consumo de alcohol era muy regular, aunque es difícil estimar los volúmenes consumidos“.

La cirrosis hepática se puede producir, entre otros orígenes, por un elevado consumo de alcohol o por infecciones de la hepatitis B o hepatitis C. “La enfermedad hepática alcohólica y la hepatitis viral son las hipótesis más frecuentemente propuestas para la enfermedad hepática de Beethoven“, dice el estudio publicado ahora.

Toda vez que no han encontrado origen genético a la sordera y a los problemas gastrointestinales del músico, los científicos han determinado: “Nuestros resultados más significativos se refieren a la enfermedad hepática de Beethoven”. Así, todas las variables analizadas sugieren “que Beethoven heredó una predisposición genética considerable” a la enfermedad hepática.

En esta línea, indican que “si Beethoven consumía regularmente cantidades suficientemente grandes de alcohol, el riesgo combinado conferido por el consumo de alcohol y su predisposición genética sustancial pueden constituir una explicación causal plausible de su enfermedad hepática. Además, demostramos que Beethoven tenía una infección por VHB -hepatitis B- al menos durante los meses previos a su muerte”.

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